Libreria Albert en Buenos Aires

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  Marcos Baldo

  :: 30 November 2017 14:06:18

  Entré hablando por teléfono, el ÚNICO vendedor se encontraba parado en el MEDIO de la librería, obstaculizando el paso, hablando con otro hombre, que estaba a las mil PUTEADAS. El vendedor saludó, como corresponde, a lo que hice un ademán y saludé también, en voz baja para no intervenir en su conversación. Fui a la única parte que podía acceder dado que estos dos hombres impedían el paso. Todo esto teniendo el celular en la mano. En eso al vendedor se le ocurre decirme que si quería hablar, que lo hiciera afuera, sin motivo alguno. No es que levanté la voz, ni hable fuerte, como el otro cliente, simplemente iba viendo qué libros había mientras escuchaba a mi novia por teléfono. Al decirme eso, encaro hacia la puerta por inercia. Pronto pensé: esperá, si nada ilegal estoy haciendo. Desde la puerta discutí con el vendedor, le pregunté el motivo, a lo que respondió: “no me gusta que la gente entre hablando, la gente de tu edad”. Allí entendi todo. Era un vendedor de libros prejuicioso de la generación que lo va a sepultar. Pobre de él, vivir con tanto prejuicio. En mis 21 años no tuve queja alguna acerca de mi comportamiento, jamás. Obvio que él perdió un cliente (porque pensaba preguntar por el libro de doña petrona, y capaz lo compraba) y yo perdí la oportunidad de conocer a un vendedor como la gente. De seguro no sabía nada, basta verle la cara (le devuelvo el prejuicio).