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Zárate, Buenos Aires, Argentina
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::El 4 de septiembre de 1910 se inauguró en la Plaza Mitre de Zárate el monumento a Leandro N. Alem, obra del escultor español Manuel Basterra. Leandro Nicéforo Alem nació en Buenos Aires en 1841 y muy joven aún, en 1865, abandonó sus estudios de derecho para marchar como voluntario a la sangrienta guerra que la Argentina estaba librando con el gobierno paraguayo de Francisco Solano López. De regreso del conflicto, Alem se reincorporó a sus estudios, graduándose y dedicándose al mismo tiempo a la política, que fue la absorbente pasión de su vida. Demócrata y antiautoritario, en 1868 se unió al Partido Autonomista de Adolfo Alsina, donde pronto se destacó por sus dotes oratorias y el espíritu incisivo que mostraba en los debates públicos de la época. Elegido diputado provincial no tardó en ocupar escaños de diputado y senador en el Congreso Nacional. Después de pasar unos años alejado de la política, organizó en 1890 un levantamiento armado contra el entonces presidente Miguel Juárez Celman, que se vio obligado a abandonar el poder. Fue entonces cuando Alem promovió la fundación de la Unión Cívica Radical, partido muy importante en la posterior evolución política del país. Desde aquel momento, Alem fue considerado con propiedad como un verdadero tribuno del pueblo. Ante el estado de corrupción reinante, en 1893 inició una nueva insurrección en la que fracasó. Decepcionado por el alejamiento de muchos de sus partidarios se suicidó en Buenos Aires el 1° de julio 1896, en un gesto que conmovió al país. Dejó una última carta, escrita el día de su muerte, que es conocida como su testamento político y que en su texto tiene la frase con la que se lo recuerda: “He terminado mi carrera, he concluido mi misión; para vivir estéril, inútil y deprimido es preferible morir. Sí, ¡Que se rompa pero que no se doble! Entrego decorosa y dignamente lo que me queda, mi última sangre, el resto de mi vida. Entrego, pues, mi labor y mi memoria al juicio del pueblo, por cuya noble causa he luchado constantemente”. En palabras de Félix Luna “Hijo de un hombre de acción de Rosas fusilado después de Caseros, Alem infundió a su Partido las tensiones de su atormentado espíritu. Para el pueblo común, era la contrafigura de los próceres del régimen: pobre, austero, principista, incapaz de acuerdos o flexibilidades; marcaba de modo tajante la acusación contra un sistema que si bien había promovido la prosperidad del país carecía de articulaciones éticas por su idolatría al progreso y el sensualismo de su estilo.” Arq. Silvia Irene Baccino